Thursday 18 September 2008

siempre con esa ridícula obsesión por el amor

Está claro: el amor ya no es lo que era. Creo firmemente en la pérdida de ciertos valores, entre ellos, el amor. Y es más, creo que las consecuencias de estas pérdidas están aún por venir. Autores como Bauman nos hablan del amor líquido, de la fragilidad de los vínculos humanos en una sociedad cada vez más consumista y yo me pregunto cual es la fórmula para detener esta ola de superficialidad que invade el mundo y hacer que se recupere el sentido. 

Es algo que a todos nos toca de cerca y yo, lo vivo día a día, aunque no siempre como reina del drama. Admito que en ocasiones también me he sabido beneficiar de la situación, lo que me hace sentir hipócrita. En todo caso, como decía, he podido comprobar la facilidad con la que algunos entran y salen de tu teatro, sin apenas pedirte permiso. Sin razón alguna, se inventan historias y se las creen, para no sentirse malas personas y en cuestión de horas los ves deambulando con otro delante de tus narices. Imagino que conoceréis la regla de que un 8 no esta con un 6, o un 6 con un 3. Cómo va estarlo, claro que no. El poder de la imagen, del producto o del servicio. Aquél que esté a tu lado es mucho más que algo adquirible, desechable y a cambio de mucho más que todo el dinero del mundo. Cómo retomar el sentido, cómo hacer que todos a los que se les ha tragado su propio autoestima y han tocado cielo bajen a la tierra, y los que se arrastran por el suelo, se levanten y recuperen la dignidad. 

Mientras el poder del amor puro se desvanece, se siguen contando historias de amor que ya hace tiempo han dejado de existir. Y he aquí mi gran preocupación; ¿cómo vamos a seguir escribiendo historias de amor, si la realidad ya no supera la ficción (al menos en este género)?¿Cómo hacer que la gente se crea algo en lo que ha dejado de creer? ¿Cómo llevar a la pantalla historias de amor y hacer que parezcan reales para aquellos que las contemplan si estos ya no saben amar?

Yo opto por volverme loco de amor, y actuar con los impulsos del corazón, y no con los de un individuo que sigue a la masa en una sociedad consumista. Así y solo así, las películas de amor seguirán siendo eso, películas de amor y no del género fantástico. 

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