y me encontré una motorista desconocida en la puerta del club a la cual se me acudió preguntarle si me podía llevar y bueno, me dio un casco, y lo siguiente que recuerdo es ir montado sobre la moto por las calles de París con esa mujer desconocida y algo de lo que hablamos durante el camino. tras dejarme en la puerta, le di el casco y las gracias y me fui corriendo. entonces cerré la puerta en su cara como os la cierro a vosotros. quedaros con esa imagen un poco de cine.

2 comments:
son preciosas
Nada más suave, ni de mayor capacidad erótica; nada más delicado e incitante que el contacto de la seda, ese cálido y perturbado tejido que se desliza por las yemas de los dedos con el eléctrico apresuramiento de quien desea alcanzar, tras de la seda otros contactos. Vieja sabiduría heredada de ancestrales picardías femeninas, la presencia de la seda es telón indispensable en las más intensas representaciones amorosas.
Cuando se trata de seducir hasta la ceguera, de incitar hasta la efervescencia, la seda ofrece oficios de tercería que ninguna otra prenda puede igualar.
Edith lo sabe, y por ello que apenas si se cubre de seda para mostrar sus formidables encantos.
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