el otro día vi un reportaje sobre los preciosos parajes submarinos del arrecife australiano. por lo visto el ser más peligroso del lugar no es ni el tiburón blanco ni la medusa de turno, una preciosa de 10 metros que provoca descargas eléctricas a todo aquel que se enreda entre sus gelatinosos hilos. el animal más mortal para el ser humano es también el más insignificante: una medusa de apenas el tamaño de una uña que mata todo lo que toca. la idea, entre esas imágenes de belleza pura, como de otro mundo, me fascinó por completo. no recuerdo su nombre, pero si tu táctica en la que la pequeña asesina descargaba una especie de mini arpón a la velocidad de la luz sobre la piel humana. aparentemente, no se siente más que un pequeño pellizco al cual lógicamente no se le da la menor importancia. pero ese pequeño arpón deja ir un veneno que sube la tensión arterial, de manera que el individuo muere a la media hora de un ataque al corazón, pasando por los dolores más dolorosos del mundo. en fin, una tortura de imprevisible trágico final.
muchas veces, siento que me pica un bicho, en el sentido más metafórico de la expresión, que se adueña de mi cuerpo y de mi alma y ya no hay quien lo saque. esa medusa era la imagen viva de un pensamiento que tengo a menudo y que acaba generando en mí pequeñas obsesiones por ideas que me vienen y me parecen potentes y que con el tiempo devienen absurdas ante su insistencia ilógica en mi cabeza. ideas tontas que a uno le vienen así de repente, pero que sin darse uno cuenta se adueñan de ti y te agarran por las entrañas (cómo me gusta decir esto!).
por ejemplo, hace un tiempo se me ocurrió pensar qué pasa cuando un ser humano, por las circumstancias que sean, es incapaz de sentir amor. el hecho es que lejos de aferrarse a su condición, la persona lucha en vano por aprender a amar mientras su corazón agoniza ante el balbuceo insultante del odio racional. no quiero ni imaginarlo, pero sí reflexionar sobre las conclusiones a las que el individuo llegaría y si llegaría a rendirse. a través de mis ojos es una posición tan trágica como ordinaria, pues está claro que el amor no sobrevive ante la masacre de odio y mentiras que estamos viviendo, sin ser el odio ni las mentiras el extremo opuesto del amor, tal y como yo lo entiendo. falsos y meres intereses, léanse intereses objetivos más racionales que otra cosa ya devienen a mi parecer antagonistas del amor. llámenme purista, pero el amor es puro!
en fin, lo que quiero decir y si alguien me entiende, en clave de p3, es que a menudo lo más invisible a nuestros ojos, como son estas medusas, es lo que debemos conocer mejor, darle importancia, vamos, y no dejar que por más pequeño que sea, si es malo, se coma las cosas buenas. porque sino lo hacemos, a lo largo todos llegaremos a ser como esa persona incapaz de amar, y de aquí nace mi total y único interés por saber sobre esa persona, que en mi imaginario ya tiene boca, ojos, alma y nombre.
1 comment:
te sienta genial escribir a altas horas de la noche pues
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