me acuerdo de pequeño que cuando me peleaba con alguna de mis amigas, ya venía otra en su defensa sin apenas saber quien de los dos tenía razón y la protegía como a su propia vida. y así iban viniendo todas, como una manada de serpientes que se quieren mucho, de cara a los demás claro. recuerdo que esto me traumatizó en su momento; por el hecho de ser el único chico del grupo y que por más que me quisieran, cuando había marrón yo tenía las de perder. y es que así son ellas, de niñas a mujeres. es una cosa del carácter del sexo opuesto que siempre me ha repugnado bastante. almodovar por ejemplo, saca lo bueno de esto en todo sobre mi madre, y nos habla sobre como 5 mujeres desconocidas se ayudan unas a las otras para tirar adelante y sobre como se distancian del hombre ante la diferencias biológicas y psicológicas que la naturaleza ha otorgado. sería interesante pensarlo al revés, por el lado malo. me imagino a un hombre tranquilo, amante de las mujeres, aunque sólo sea en la distancia y sin tocarlas, y como se convierte en víctima de sus juegos y sus mentiras.
qué paradoja, mis amigas, mis traidoras, las he llegado a odiar, y al mismo tiempo son lo más sólido que tengo.
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